Durante todo el periodo privatista de los ´90 bajo
la excusa del estado ineficiente se avanzó sobre conquistas sociales, derechos
de los ciudadanos y prácticas corruptas que determinaron el vaciamiento y
endeudamiento del estado.
Los movimientos sociales de ese entonces y de ahora
encabezaron una resistencia a todo ese fenómeno. Hoy a casi 20 años de la ley
de reforma integral del estado y otras leyes, debemos seguir pensando las mismas problemáticas
de aquel momento que sirvieron de excusa.
La palabra servicio (al menos en el ambiente
intelectual progresista) es una palabra rechazada por su aroma a los ´90. Sin embargo el mal de nuestro tiempo es: ¿Cómo hacer un estado eficiente?
Esta publicación de hoy atenderá a dar un punta pie
a esta discusión. Creo que parte fundamental de la transformación del la
burocracia del estado es incorporar la filosofía
del servicio.
No únicamente como en lo ´90 para privatizar, descentralizar
o sencillamente tirar el problema en las asociaciones de segundo grado. Si no,
para imponer parámetros de calidad y medición de eficiencia.
Hoy el estado (en particular el local) sufre de un elefantismo
llevando su gasto en personal al 50% si no es que más. El problema no es el
Agente Público, sino la productividad y los objetivos del empleado público.
Las administraciones públicas tienden a cerrarse
sobre si y a auto-concebirse como una categoría social. Mientras los puestos de
conducción política se revalidan cada 4 años los directores y subdirectores no.
Una filosofía de servicio está basada en el receptor
del servicio. En el campo de la empresa privada el consumidor siempre tiene la razón. Esta no es la realidad del
comercio, si no que es una de las filosofías que hay en el mundo de la
empresas, como tantas otras muy aprovechables y progresistas: el
"ganar-ganar", el comercio justo, la responsabilidad social
empresaria, etc. en definitiva un
capitalismo con rostro humano.
También queremos
una burocracia con rostro humano.
El político necesita recaudar los impuestos y conquistar los votos; pero poco
podrá hacer si la estructura del estado no lo acompaña. Si en las oficinas públicas
se deja esperando al ciudadano, si se toma mate y se charla en vez de atenderlo,
si la cadena de papeles para un trámite es compleja y está llena de sellados
inútiles, etc.
Esto es responsabilidad
de la política. Digo de la política y no de "los políticos"
únicamente. Porque los ciudadanos deben intervenir
y participar demandado cambios a los políticos.
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