Este
fin de año nos han azotado como provincia y como ciudad dos flagelos: los
saqueos producto del acuartelamiento policial y la destrucción, producto del
meteoro climático.
Los
ciudadanos han manifestado comportamientos sumamente altruistas. La sociedad
civil organizada ha dado respuesta a muchísimas necesidades desde el momento inmediato
posterior a la gran lluvia. También en el caso de la inseguridad nos hemos
podido cuidar como vecinos.
El
comité de crisis del estado ha logrado ponerse en actividad y dar respuestas a
la brevedad.
Ahora
que los hechos más terribles están pasando, nos queda reflexionar sobre la
eficiencia del estado y sobre los valores más íntimos de nuestra sociedad.
Sin
embargo el reclamo individual se ha puesto por encima del reclamo social, la violencia ha impuesto un tironeo en la agenda
de los gobernantes y a tres días del desastre los ciudadanos ha salido a
demandar y cortar calles.
¿Su
legitimo derecho? Sí, pero al igual que toda una sociedad que con recursos
escasos se trata de regenerar. No puedo quitarme de la mente un damnificado
humilde diciendo "me tienen que venir a ayudar" como si la provisión
de los bienes y servicios públicos y la ayuda voluntaria fuera exigible sobre
cualquier criterio de racionalidad.
Lejos
estoy de culpabilizar y victimizar nuevamente a una persona humilde y afectada,
como a todos los grupos que se manifestaron para visibilizar su problemática.
Pero en cuanto el estado se ausentó por un instante apareció una ciudad de
lobos imponiendo una suerte de ley de la selva, de sobrevivencia del más
fuerte.
Podemos
decir que estos reclamos son emergentes de las problemáticas sociales que están
latentes en la ciudad.
¿Estamos
en una ciudad de invisibles? Lejos de toda civilidad y orden vecinos han roto
caños de EMOS para abastecerse antes de agua, han cortado calles, rutas y han
prendido fuego para demandar que se priorice su atención.
Hubo
militantes en esos cortes, cabe reconocer para no darle ingenuidad a nuestro
análisis, pero esos militantes solo han acompañado lo que ya está en la
sociedad. Una sociedad de jaurías y lobos.
¿Es
muy distinto Rio Cuarto con policías y todos los servicios? Lamento decir que
no. Que se restablecieran primero los servicios en el centro y los lugares más
pudientes. Que toda la infraestructura siempre priorice los sectores acomodados,
integrando y marginando, creando guetos de pobreza y riqueza, es la ley de la
selva adentro de la civilización.
Porque
no hay civilización y barbarie, pobres y ricos izquierda y derecha. Hay
humanización y lobos.
Hay
que humanizar la pobreza y la riqueza, la izquierda y la derecha, la
civilización y la barbarie.
El
huevo de la serpiente esta en nuestra sociedad cuando se cortan los lazos
sociales cuando se invisibiliza lo humano detrás de criterios de economía, de
consumo, de trabajo, de ganancia.
Todos
debemos ser voluntarios y cuidar del otro. Esa es la imagen del vecino que me
preguntó por si tenía agua, el que visito los viejitos del barrio, el que se
puso a cortar las ramas para despejar las calles. Un agradecimiento a ellos.
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